La justicia exacta

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Ficha del cuento
8.8

Valores

Justicia y perdón

Enseñanza

El perdón es una parte fundamental de la justicia

Ambientación

Un planeta muy avanzado

Personajes

Un niño, un hombrecillo y varios robots

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La justicia exacta

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Cuento sobre la justicia y el perdón

Pancho había conocido a su amigo Zero-Zero en un chat interplanetario, y en cuanto pudo, compró un billete espacial para ir a visitarlo. Pero mientras Zero-Zero le mostraba las maravillas de su planeta Pancho tropezó, y fue a dar un tremendo cabezazo contra una esfera que había junto al camino. Con el golpe, la esfera se abrió, y de ella surgió un pequeño hombrecillo. Tenía un enorme chichón el cabeza, y un enfado aún más grande.

Zero-Zero se puso muy nervioso, tanto que apenas podía hablar. Y antes de que Pancho pudiera pedir disculpas, aparecieron dos enormes robots con uniforme. Sacaron unos pequeños aparatos y rastrearon toda la zona. Al terminar, del aparato surgió una pequeña tarjeta metálica que uno de los robots entregó al accidentado. Y sin decir nada más, agarraron a Pancho y al hombrecillo y se los llevaron de allí a toda velocidad.

Cuando Pancho quiso darse cuenta, estaba encerrado en una gran esfera con el hombrecillo y otro robot de aspecto muy serio vestido con una toga negra. Antes de saber lo que pasaba, escuchó al robot decir: “adelante”. Y sin más, el hombre le dio un buen golpe en la cabeza. Tras el golpe, el robot sacó uno de esos aparatos, revisó la dolorida cabeza de Pancho, y terminó entregándole una tarjetita metálica.

- Demasiado fuerte. Es su turno. No se exceda de lo marcado en la tarjeta.

Pancho no entendía nada. Miró a su alrededor. A través de las paredes pudo ver numerosas esferas, cada una con su robot y su toga, y gente dentro dándose golpes y empujones, todos con sus tarjetitas metálicas. El hombrecillo, enfrente de él, le miraba con miedo, y el robot seguía expectante a su lado.

- Puede golpear. Recuerde, no más de lo que marca la tarjeta- insistió el robot.

Pancho no se decidía. El robot de la toga le explicó impaciente:

- Este es un proceso de justicia exacta. No debe preocuparse de nada. Ambos recibirán exactamente el mismo daño. Si uno se excede, se le entregará una tarjeta con el valor exacto para que todo quede nivelado.

¿Justicia exacta? Aquello sonaba muy bien. Nadie podía salir más perjudicado que el otro y todos recibían lo mismo que habían provocado. Pancho estaba sorprendido de lo avanzados que estaban en aquel planeta. Tenía tantas ganas de comentarlo con Zero-Zero, que corrió hacia la puerta.

- No puede irse- dijo el robot impidiéndole el paso. - Debe completar el proceso, debe acabar los puntos de su tarjeta.

Pancho quedó pensativo. No le apetecía golpear otra vez a aquel pobre hombre, aunque la verdad es que él se la había devuelto bien fuerte...

- Está bien. Le perdono- dijo finalmente.
- No- volvió a decir el robot- debe terminar los puntos de la tarjeta. Esto es un proceso de justicia exacta.

¡Qué pesado! ¿Cómo no iba a ser posible perdonar a alguien? Pancho empezó a sentirse molesto con aquel robot tan estirado, así que tomó su tarjeta, la partió por la mitad, y dijo.

- ¡Mira! Ya no quedan puntos.

El robot pareció descomponerse. Empezó a emitir pitidos, se le encendieron mil luces y perdió el control de sus movimientos. Y cuando parecía que iba a explotar, todo volvió a la normalidad y dijo tranquilamente:

- Es correcto. Ahora pueden irse. Gracias por utilizar el sistema de justicia exacta.

La puerta se abrió, pero antes de poder saludar al asustado Zero-Zero, Pancho tuvo que quitarse de encima al hombrecillo, que no hacía otra cosa que abrazarlo y darle las gracias como si le hubiera salvado la vida.

Al salir de la esfera, Pancho empezó a comprender. Aquí y allá podían verse usuarios del sistema de justicia exacta retirados en camillas, o extremadamente agotados y cansados. Zero-Zero le explicó mientras volvían que el único problema de la justicia exacta era que resultaba casi imposible devolver el daño exacto, y los juicios e intercambios de golpes llegaban a durar días y días. Tal miedo tenían todos de tener algún juicio, que muchos vivían aislados en pequeñas esferas de cristal, como el hombrecillo de su accidente.

Pancho se fue a los pocos días, pero su nombre no se olvidó nunca en aquel planeta. Nadie antes había perdonado nada, y gracias a él habían descubierto que el perdón es una parte necesaria de la justicia.


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Comentarios

buenisimo!! en el jardin de

buenisimo!! en el jardin de mis hijas todos los meses cambian de lema y el de este mes es la justicia;realmente se me complico como explicarles que es la justicia a nenas de 4 y 5 años y no dude en buscar ayuda en cuentos para dormir!! muchas gracias por la ayuda!!besosssss. Carina

Lo felicito de todo corazón

Lo felicito de todo corazón por su creatividad e imagianación a la hora de escribir cuentos con tanto valor educativo y social, por que son una herramienta educativa tanto para padres de familia como para maestros.
Qué Dios le siga iluminando es ese don tan bonito que la ha regalado.

Leidisimo Pedro Pablo

Leidisimo Pedro Pablo Sacristan. Que cuento mas hermoso. Me ha encantado esta historia. Bueno, la verdad es que cada cuento que pasa, quedo mas admirada del talento y sensibilidad que nos regalas (perdon por la confianza). Para mi es un honor (y una emocion, algo asi como un regalo sorpresa) recibir estas historias tuyas. Yo me dedico a la educacion y al teatro y tal y como te he comentado anteriormente, trabajo algunas de tus historias en el cole, aunque en realidad lo que me gustaria seria llevarlas algun dia al escenario, siempre y cuando te apeteciera y estuvieras de acuerdo con ello, claro. No has pensado nunca en escribir teatro? Millones de sinceros besos.

Muchísimas gracias por los

Muchísimas gracias por los cumplidos, así da gusto tener una web... :-)
La verdad es que me gusta mucho el teatro, y alguna pequeña obrita para niños he escrito. De hecho, si consigo encontrar tiempo, es una de las secciones que quiero añadir a la web. Vamos, que has dado en el clavo, así que algún día lo ves posible y quieres que lo hablemos, no dejes de escribirme. Un saludo